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Reflejo de Traición

Sientes ese tacto frío hundirse en tu pecho. El aroma de la traición, ácido y letal, inunda tus fosas nasales y te impide respirar. ¿La sientes? La persona en quien más confiabas ha resultado ser una decepción como las demás. Tras una serie de interminables mentiras, has visto su verdadero rostro. Un rostro hipócrita que se escondía detrás de una máscara de encanto y amabilidad. La personalidad afable que creías que poseía no es más que una cruel pantomima para engatusar a los ingenuos. Y tú, crédulo e inocente, caíste en la trampa como todos los demás. Le abriste tu alma…y lo que fingía era un maldito estratagema para poder aplastar tu corazón. Te aproximas a la autodestrucción. Él excavó el nicho. Tú cincelaste la lápida. Carece de sentido intentar comprender el resto. Lo demás no importa. Lo demás es secreto. * * * * *

¿Quién teme al lobo feroz?

Tengo una duda. Una duda que se abre paso a través de corazas de denso acero. Se me clava su insistencia cual aguja, hundiéndose en mi carne y estremeciendo mis huesos. La piel tirante, acartonada, se funde en líquido gris ceniza que apesta a carbón de hoguera. Ella no lo sabe. No intuye nada. Oculto mi verdad bajo un manto de hipocresía. Y esta estrategia siempre funciona. Las personas no son como parecen. No parecen lo que son. Yo no lo soy. Tú tampoco. La realidad se fusiona con la pesadilla, cuando lo que veía venir se cumple una vez más.

Promesa de Vida

Una promesa vacía, el mensaje arrastrado por un vendaval. Las palabras mueren selladas tras tus labios, y tu visión parpadea unos instantes antes de desvanecerse. Realidad y ficción se funden en tu vida cuando todo cuanto tienes que contar no es más que un silencio eterno. Un silencio que te inunda, que se apodera de tu alma y de tu aliento en un segundo. No existes, no eres real. Sólo vives una vida robada. Una serie de oportunidades que no te pertenece. Eres una sombra. Sólo una imagen difusa en el agua. El sueño de aquel que te creó para sus fines. Un accidente fruto de la fatalidad que te hizo prisionero… …Para toda la Eternidad.

Tocas la oscuridad

«...Tocas la oscuridad en un instante, te arrebujas en el embriagador aroma de lo prohibido y la tiniebla. Aspiras por un momento el aliento sugerente de la mentira, que te envuelve como una segunda piel, consumiendo voraz las verdades a tu alrededor; recluyendo tu interior en un mundo de luces y sombras donde todo es único y perfecto. Un mundo ficticio en el que, paradójicamente, no necesitas fingir. Puedes ser tú mismo, libre e independiente, sin consecuencias, sin depender de nadie, donde solo tú tienes la capacidad de decidir. Nadie te hiere, nadie te miente, nadie te traiciona. Pero tan sólo se trata de una ilusión. Una apariencia. Un espejismo. Un velo que une dos mundos, de la muerte y la vida, y del cual, tú eres el único nexo. Finges que no te importa. Finges que todo va bien. Haces creer que eres como los demás cuando algo en tu naturaleza es totalmente distinto. Lo cierto es que el mundo para ti no es más que un trapo desteñido. Un harapo grisáceo que coart

¿Crees que todo es un sueño?

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¿Crees que todo es un sueño? ¿Una pesadilla que te atormenta, de la que eres incapaz de escapar por la noche y que durante el día desaparece? Sientes el aliento volverse hielo denso en tu garganta. Tu piel se enfría a pesar de estar cubierto por mil mantas. No se puede huir del miedo, no se puede abandonar la prisión de la mente. Lo que palpita en tu difuso interior tiene una belleza singular, un tipo de hermosura que es difícil de encontrar: Hermosa pero letal, como la belladona, como la adelfa, como la cicuta. Algo bello pero envenenado, cuya belleza se marchita pero cuyo veneno perpetúa la agonía. Cuidado con la flor ponzoñosa, su belleza es efímera pero sus espinas se clavan y no salen. Dulce angustia, dulce despertar. Bendito dolor extraordinario que corroe tus entrañas y estremece tu pecho. La imagen de un rostro como ese es el aliciente perfecto para un inconmensurable tormento. Una tortura que se prolonga hacia el infinito. Un dolor lacerante que palpita en tu sien mi

Una palabra como respuesta

A veces una palabra revela la verdadera naturaleza de las cosas. Una palabra poderosa que ha existido en todas las épocas, presente en todas las lenguas imaginables. Una palabra universal que sirve como respuesta a cualquier pregunta. Una palabra que, al ser pronunciada, hace a dos corazones solitarios palpitar al unísono. Una palabra que desencadena un cosquilleo, un cosquilleo que se extiende como un hermoso estremecimiento en el oxidado reflejo del espejo. Una palabra que permanece, que rejuvenece tu reflejo mientras tú te marchitas, manteniendo esa dulce y lejana sonrisa beatífica.

Quizá otro día…

De vuelta a casa, cierras los ojos y apoyas tu frente contra el cristal. El cansancio agarrota tus músculo; tu vista, cansada, es incapaz de enfocar todo aquello que te rodea. Matarías por ser libre, abrir los ojos y despertar en otro lugar: un lugar en el que ya has estado, un lugar que conoces bien y donde te sientes feliz y completo. Ilusionado, lo intentas. No obstante, todo es en vano. Despiertas en un bus mugriento, con mil y una personas a tu alrededor mirándose entre ellos con curiosidad. «Bueno...» Suspiras «Quizá otro día».

De perdidos al río

« La sociedad se degrada ». Es un hecho tan cierto como que el fuego quema y el agua moja. El mundo vive ensimismado contemplando su propia imagen, incapaz de evitar el mentir y engañar para hacer realidad sus caprichos. Las personas son ególatras, hedonistas, individualistas… Los demás no importan. Sólo cobran sentido en tanto en cuanto benefician al « yo ». La vida se ha convertido en un campo de batalla con el mundo como cruel escenario, y cada uno de los seres humanos como contrincantes. La competencia es brutal y la compasión, inexistente. El hombre se ha vuelto perezoso, lo que a su vez ha provocado la malsana obsesión de explotar al prójimo hasta hacerle exhalar su último suspiro. El corazón del hombre se ha endurecido. En la oscuridad, su pecho no palpita y tú lo sabes. Indeciso, te encuentras parado ante una bifurcación: dos puertas a la espera de que las cruces, dos oportunidades que aguardan tu decisión. Frío por doquier; soledad y amargura impregnan tu ser y se deslizan por

Verdad incómoda

Rozas la realidad con la punta de los dedos. Tratas de trazar un croquis con los pequeños fragmentos de certeza que te quedan. El resto se ha desmenuzado entre tus manos, convirtiéndose en una densa ceniza que oscurece su superficie y contamina el aire. Una mancha que atestigua las mentiras que se difunden en el mundo. Una verdad incómoda que crece quebradiza entre matojos de hipocresías.

Estrella del Rock

Estrella del Rock. Ardiente sex-symbol. Ídolo de Masas. Así es como eres. Así es como te dicen que debes ser. Pero... ¿qué se oculta tras esas impertérritas sonrisas que te ves forzado a mantener en cada instante? ¿Qué siente realmente el deseado arquetipo, cuando en todo momento tiene que estar feliz y contento, y mirar sin instinto asesino al siempre fijado objetivo de las cámaras? ¿No se sentirá intimidado? ¿No se da cuenta la gente de la presión que supone saberte modelo y fantasía de prácticamente el mundo entero? Y aún así, la vida gira en torno a tu ascendente carrera. Tu fama se propaga como la pólvora y cada vez te es más y más difícil mantener la compostura; ser capaz de estar intimando con aquellos que te importan sin tener sobre ti a la prensa rosa, a una lluvia de paparazzi venidos de ninguna parte, por no hablar de los fans histéricos que por cada segundo transcurrido están más obsesionados por hablarte. O conocerte. O tocarte. O… Y entonce

Paraíso Perdido

« ¿Quién fue el primero que les indujo a esta rebelión inmunda? La infernal serpiente; ella, con su gran astucia Les infundió envidia y venganza, engañó A la madre de la humanidad, cuando el orgullo La expulsó del cielo, y con ella todo su séquito De ángeles rebeldes, para ayudarla a Llevarla a la gloria por encima de todo, Confiaba en conseguir igualarse al Altísimo, Si se le oponía: y con un propósito ambicioso Contra el trono y la monarquía de Dios Provocará una guerra impía en el cielo y una orgullosa batalla Con vanos propósitos. El Todopoderoso Arrojará precipitadamente llamas desde el cielo etéreo Con espantosos destrozos y fuego, Y no habrá más morada que la eterna perdición... Oh príncipe, oh jefe del trono del poder, Que permitiste al imbatible Serafín ir a la guerra A pesar de su conducta y de sus actos atroces Y que temerariamente pusiste en peligro al rey de los cielos Y pusiste a prueba su alta supremacía, Si alta por la fuerza, o por la suerte del destino, Veo demasiado

Error

Descubres un error. Una imperfección. Una grieta en torno a la que el muro que constituye tu vida se desmorona. Y tú tratas de reconstruir la historia, preguntándote que has hecho de modo incorrecto; tratas inútilmente de calibrar tu interior para descubrir que anda mal en ti, creyendo ingenuo que eso te va a servir para reparar el daño. Pero lo hecho está hecho y tu mente se niega a reconocer lo evidente. Intenta rememorar aquel momento una y otra vez, dándole mil y una vueltas, desrizando el rizo, construyendo una hipótesis tras otra: cada una más absurda que la anterior. Elabora hilos de pensamiento largos e intrincados, tratando de hallar un significado oculto a algo que no tiene ninguno. Y tú te sientes mal, apenado, con un nudo en la garganta que crece por momentos, que no te deja ni hablar ni respirar. Ahora deseas el plácido sueño de la muerte más que nunca. Tu mundo ha dejado de tener sentido. Se ha detenido, todo ha dejado de fluir. El tiempo ya carece de valor. «Na

Vacío y Aburrimiento…

Te despiertas por la mañana. Es temprano. El cielo está encapotado. Suspiras, aún en la cama, y te frotas el ojo izquierdo una y otra vez. Te asomas por la ventana y echas un vistazo a tu entorno, el ambiente frente al que vives y que te resulta tan familiar. Todo sigue exactamente igual. Suspiras nuevamente y tu vista se distrae, buscando un ápice de vitalidad, algo nuevo y diferente que te haga experimentar de nuevo lo que antes eran variadas sensaciones y ahora es sólo aburrimiento. Ah, la naturaleza y el tiempo, factores volubles y cambiantes que, sin embargo, parecen estancados. Tú quieres escapar, huir de un destino que se te antoja monótono y miserable, lo mismo que inexorable. Sabes que huir es ridículo, que tratar de escapar de la fatalidad es imposible, casi como correr tras la puesta de sol para que no se haga de noche. Y…sin embargo…lo haces. No lo puedes evitar. Necesitas mantener viva la llama de la esperanza de que tienes algo por lo que seguir, porque si no… ¿qué te q

Abandono

Sientes esa angustia generalizada, esa sensación fría y cortante que se propaga como una descarga eléctrica transmitida por tus terminaciones nerviosas. Tu corazón no palpita, tu cabeza da vueltas… No estás vivo, pero tampoco muerto. Eres algo intermedio. Un ente solitario y marchito, una llama tenue que se extingue cuando sopla el viento. No tienes arreglo, eres un juguete roto, un olvidado muñeco que coge polvo en lo profundo del armario. Y los de tu alrededor se mueven, bailan en torno a ti sin hacerte partícipe de sus juegos e intrigas. Y tú, por no gritar, te consumes en el silencio, asfixiando tu dolor bajo una sonrisa fingida. No hay esperanzas, no hay sueños. Esa sensación tiene un nombre. Se llama abandono.

Locura

En ocasiones te preguntas si todos experimentamos los mismos sentimientos. Esas sensaciones de abandono y amargura, esos nudos en estómago y garganta que se mueven bombeados por tu torrente sanguíneo, que te hacen querer llorar, querer gritar hasta quedarte afónico; que te hacen desear la muerte. ¿Cómo ver luz entre tinieblas, cuando estás ciego? ¿Cómo abrir los ojos al mundo cuando lo mejor para ti es mantenerlos cerrados? La cordura es algo curioso. Algo que permanece un tiempo, pero que exige un mantenimiento. Y si este no se da, la cordura se marcha. Se aleja cual rápido gamo y desaparece de nuestras vidas para siempre. Y… ¿qué queda entonces? Una persona rota, desgarrada, que ve doble y no ve nada, que se mantiene viva por caprichos del destino, que no muere porque está encadenada a este mundo. Una persona que no existe, que es invisible, que no resalta, que se desvanece como el humo ante los ojos ajenos; alguien que nadie es capaz de ver. Una persona que es frágil, que se resqueb

Persona cruel versus Mundo cruel

¿Te has sentido alguna vez acosado por una persona que parece odiarte y despreciarte solamente por existir? No sé tú. Yo sí. Gente que actúa de forma desagradable contigo, cuando estás sólo te miran y te remiran, tratando en todo momento de entender cuáles cosas son las que peor llevas, para atacarte desde ese flanco más débil. Pero al menos en esos momentos no te atacan. Son depredadores en manada. Actúan únicamente si hay más gente alrededor. Les gusta fardar y presumir, dejar claro que ellos son líderes, que sus opiniones son especiales o que valen más que las de los demás. Y… ¿sabes que es lo curioso? Que son precisamente esas personas las que más inseguras se sienten. Las que, por motivos desconocidos, se sienten obligadas a atacar a los demás porque su autoestima se encuentra en niveles ínfimos. Siento lástima por esas personas pero, al mismo tiempo, no me parece correcta su forma de vernos a los demás. El mundo ya es demasiado duro y cruel como para que nosotros lo hagamos aún m

Atrapado

Congelado como estoy, mis pensamientos ya no fluyen. Mi mente se halla atrapada entre dos realidades, dos mundos, de los cuales ya no distingo cuál es real y cuál es imaginario. En el que supuestamente debería considerarme real, me veo a mí mismo como una imagen difusa, un reflejo que toma consistencia únicamente cuando llueve, y al cual nadie ve el resto del tiempo. Como si no existiera. Como si no estuviera ahí. Al lado de una infinidad de personas que parecen no verme ni oírme. ¿Cómo descongelar sus ojos para que puedan verme? En el otro, el imaginario, me considero mi mismo real, verdadero, con pensamientos claros y concretos, y sin confusión nublando todos mis sentidos. Soy lo que soy, lo acepto. Tengo fuerza, soy poderoso, soy más poderoso de lo que nadie pudiera nunca imaginar. En mi mundo único y perfecto no hay sombras, todo es creíble, verdadero, eterno e inmutable. No existen en él, evanescencias o reflejos, objetos oscuros e imperfectos que impiden la adecuada comprensión d

Vuelta al hogar…

Como el ave fénix que resurge de sus cenizas, he decidido volver y retomar el hilo de este blog donde lo dejé. Siendo completamente sincero, me siento feliz y satisfecho de regresar a mi blog original, el blog que en principio no tenía forma; el blog que tan sólo suponía una desorganizada idea en mi cabeza. Debo reconocer que cuando empecé a escribir en este bitácora, solamente deseaba encontrar un lugar en el que poder desahogar mi rabia, mis frustraciones y mis pensamientos, o todo el revoltijo que suponían las tres cosas juntas. Poco a poco lo fui transformando en testigo de mis problemas, mis dilemas internos, así como de la evolución que empezó a sufrir mi personalidad desde el momento en que conocí a la que se convertiría en mi mejor amiga. Lo cierto es que he dejado atrás ciertos aspectos de mi vida; rasgos de mi carácter que todavía permanecen agazapados, en letargo y al acecho. He cambiado. Me siento distinto. Renovado. No obstante, pese a todo, sigo siendo yo. Si hay alg

Alma inquieta

Soy luz. Soy oscuridad. Soy el yin y soy el yang. Todos lo somos en realidad. Somos fuego y agua, somos aire y tierra, somos consciencia e inconsciencia, somos... somos cuerpo y alma. El ser humano como tal es una criatura dual. Sentimos lo que somos, y somos lo que sentimos, para bien o para mal, así es nuestra naturaleza. Incluso dentro de nuestra alma podemos llegar a una segunda división: el deseo (más vinculado a los instintos del cuerpo), el sentimiento (naturaleza más o menos intermedia), y la razón (más ligada a una existencia superior). ¿Cómo separar pues lo que es emoción, de lo que es deseo, o de lo que es razón?¿Cómo tomar una decisión cuando tienes que escuchar a tantas voces en tu interior? El deseo siempre hablará por tu cuerpo. Es lo carnal y lo apetitivo, lo que se nutre de la ambición, del poseer cosas para sentirse satisfecho. Pero lo cierto es que los deseos nunca están del todo satisfechos, cuando cumplas uno, siempre aparecerá otro después para suplirlo.

Percepciones (I)

« Abro los ojos por primera vez. Sobre mi cabeza revolotean hermosas mariposas de vivos en un cielo azul turquesa. Pestañeo una y otra vez tratando de entender, aceptar, intentando acostumbrarme a mi nueva forma de ser. "Es extraño", pienso gratamente sorprendido "Me siento… bien… muy bien." En cierto modo, me estoy descubriendo a mí mismo. Ignoraba que la vida pudiese ofrecerte este tipo de cambios, pero supongo que de todo se puede aprender. Poco a poco, tengo la sensación de que me estoy transformando. No a una velocidad vertiginosa, pero, lentamente, empiezo a creer que no soy el mismo de antes. Mi "nueva" personalidad parece expresarse de otras maneras, métodos que a mi anterior forma de pensar le resultarían incomprensibles. Con curiosidad, alzo más los ojos y los enfoco hacia la lejanía, maravillándome de las cosas que veo, y que siento como parte de mí: Nubes que me recuerdan a montoncitos de algodón, frondosos bosques que se extienden más allá de

Viento y palabras...

Cierras los ojos. Los abres. Los vuelves a cerrar. Los vuelves a abrir. Suspiras. El mundo no se ha ido. Sigue ahí. Cerca de ti.