Tocas la oscuridad

«...Tocas la oscuridad en un instante, te arrebujas en el embriagador aroma de lo prohibido y la tiniebla. Aspiras por un momento el aliento sugerente de la mentira, que te envuelve como una segunda piel, consumiendo voraz las verdades a tu alrededor; recluyendo tu interior en un mundo de luces y sombras donde todo es único y perfecto. Un mundo ficticio en el que, paradójicamente, no necesitas fingir. Puedes ser tú mismo, libre e independiente, sin consecuencias, sin depender de nadie, donde solo tú tienes la capacidad de decidir. Nadie te hiere, nadie te miente, nadie te traiciona. Pero tan sólo se trata de una ilusión. Una apariencia. Un espejismo. Un velo que une dos mundos, de la muerte y la vida, y del cual, tú eres el único nexo.

Finges que no te importa. Finges que todo va bien. Haces creer que eres como los demás cuando algo en tu naturaleza es totalmente distinto. Lo cierto es que el mundo para ti no es más que un trapo desteñido. Un harapo grisáceo que coarta tu verdadero ser. Te ciñen a unos estereotipos que debes seguir por no contrariar a la sociedad. Por no romper el orden preestablecido. La sociedad te oprime y tú te resquebrajas por temor a salirte del montón; para no ser diferente al resto. ¿Por qué te empeñas con tanto ahínco en ser como los demás, si estás hecho de pasta diferente?...»

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