Un trato es un trato

Ves bajo tu cuerpo un lecho de rosas trenzado con espinas. Yaces sobre él, a merced de la voluntad ajena. Quieres gritar, llorar, escapar del dolor y del sufrimiento, mientras sientes como se rasga tu carne y se derrama tu sangre.

Desafortunadamente, no tienes escapatoria.

Por todo en la vida hay que pagar un precio y, en ocasiones, este es más alto de lo que al principio habías supuesto.

Deberías haber hecho caso de aquel primer instinto, aquel susurro en tu oído que decía: «aléjate. Aléjate antes de que salgas herido». Pero es tarde, demasiado tarde para arrepentirse.

Mejor aparta la mirada, aprieta los dientes para ahorrarte los gritos y prepárate para lo que viene, porque lamentarte del pasado no te va a salvar; ni ahora, ni nunca.

Un trato es un trato, aunque las cosas no salgan como esperabas. Y perder tiene consecuencias.

Créeme, lo sé bien.

Comentarios

  1. que agobio Pablo!!! necesitas unirte a la filosofía de Kesha y dejarte de sangre y dolor... aunque sea algo dramático (por definirlo de alguna forma) me gusta!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Comenta si tienes tiempo y si quieres, de otra manera...¡da lo mismo!

Entradas populares de este blog

Lucero del alba

Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja

Para ver el mundo en un grano de arena...