Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2011

Afortunado

Aquí, aun a pesar de tener mañana el primer examen, estoy tranquilo. Nada me puede perturbar en estos momentos de extrema dicha y felicidad, en los que me siento la persona con más suerte del mundo; y me siento agradecido a todos aquellos que me han apoyado a lo largo de mi vida. A mi madre; a mi mejor amiga; a mis compañeros de clase... todas estas maravillosas personas han aportado algo a mi existencia, y ahora forman parte de mí. Doy gracias en general, al Universo por poner todas estas fantásticas experiencias en mi camino y permitirme vivirlas con intensidad; y le doy gracias también por los futuros éxitos, las futuras oportunidades que me depara y que me ofrecerá. Y aunque os estéis preguntando la razón de esta repentina ola de optimismo y felicidad, no puedo daros una explicación concluyente: no la sé ni yo. Hoy me he despertado con el pie derecho, me siento muy alegre; quién sabe. Únicamente puedo decir con seguridad que estoy viendo las cosas desde un prisma diferente, y

Sin ideas

Siento ese crac en las articulaciones, ese picor en nuca y espalda, ese escozor en mis ojos, rojos y agotados, mientras percibo como la cabeza me da vueltas, mis sienes martillean y noto los latidos de mi corazón oprimirme la garganta. Es esa sensación de cansancio generalizado, agarrotamiento, tan propia de los estudiantes en la semana previa a los exámenes finales. Mis dedos, acalambrados, revolotean difícilmente sobre el teclado; apenas puedo estirar bien el cuello y la columna, curvada ligeramente en la graciosa postura de tortuga tan familiar después de pasar más de ocho horas sin parar haciendo cosas frente al ordenador. En momentos como este, me siento idiotizado. Como si un enorme aspirador me estuviera succionando todos los pensamientos; todo aquello que me hace diferente de un ser vegetal. Es precisamente esa sensación de succión generalizada, la que me hace preguntarme si no será el ordenador la causa de que me encuentre sin inspiración, apagado como una vela; carente de c

Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja

¿Por qué a la gente le aterra tanto ver y decir la verdad? ¿Por qué cada vez que oímos la palabra « mentira » , a muchos de nosotros nos tiembla la nuez? ¿O entrecerramos los ojos, respiramos agitados o, simplemente, desviamos la mirada, tratando de mantener la compostura? Nuestras pupilas se dilatan, nuestra voz se aflauta, sentimos deseos de mordernos la lengua para no hablar. Eso para algunos. Para otros, en cambio, es más natural. Mentir les resulta tan fácil como respirar. Pero no siempre todo es tal y como lo pintan. Siempre hay varios tonos de gris. Cuando eres un buen mentiroso, tú lo sabes, los demás no. Te sientes orgulloso, aunque te reconcome al principio, muy pronto la conciencia deja de darte la tabarra. Total…por una mentirijilla más. Pero no acaba ahí. Esa mentirijilla, te arrastra a otra mentirijilla y esta a otra, y esta a otra y esta a otra… y así sucesivamente. Pronto no estáis solo tú y tu inocente mentirijilla, porque tienes tejida en torno a ti una co