La tragedia de la belleza
¿Qué hay de
trágico en la belleza?
Es una pregunta que parece absurda. Es decir: ¿qué puede haber de trágico en ser bello?
Sin embargo, ¿acaso no es cierto que el ser humano siempre ha creído que puede poseer las cosas hermosas? ¿O no es cierto que entre un animal feo y uno agraciado, escoges al segundo, lo adoptas y te lo quedas? ¿O si una pintura es preciosa, la compras?
A todos nos maravilla contemplar las cosas bonitas: todos queremos belleza en nuestras vidas.
Sin embargo, ¿acaso no es cierto que el ser humano siempre ha creído que puede poseer las cosas hermosas? ¿O no es cierto que entre un animal feo y uno agraciado, escoges al segundo, lo adoptas y te lo quedas? ¿O si una pintura es preciosa, la compras?
A todos nos maravilla contemplar las cosas bonitas: todos queremos belleza en nuestras vidas.
Y... ¿qué pasa si una persona es hermosa?
Pues que la gente la cosifica. La convierten en un objeto que
todos desean y anhelan poseer, perdiendo su identidad por el camino. Porque
sólo es otra cosa linda, una medalla más con etiqueta de precio; porque se olvidan
de que es una persona y sólo la ven como una fuente de hermosura que quieren
poseer.
Pero, como todo, la belleza no dura eternamente. Es efímera, finita, caprichosa; y el tiempo no la perdona. Y cuando el rostro, antes terso e inmaculado, se arruga y comienza a sufrir el peso de los años transcurridos; la juventud se diluye y no queda nada mas que la sombra de un ser humano, acostumbrado a recibir un trato especial por su buena fortuna; de pronto esa persona se encuentra con que sin su beldad no es nada.
Y ésa es una de las peores amarguras. ¿O no?
Pero, como todo, la belleza no dura eternamente. Es efímera, finita, caprichosa; y el tiempo no la perdona. Y cuando el rostro, antes terso e inmaculado, se arruga y comienza a sufrir el peso de los años transcurridos; la juventud se diluye y no queda nada mas que la sombra de un ser humano, acostumbrado a recibir un trato especial por su buena fortuna; de pronto esa persona se encuentra con que sin su beldad no es nada.
Y ésa es una de las peores amarguras. ¿O no?
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