Soberbia

Soberbia. 
Esa infame creencia de superioridad frente a los otros, de mayor entendimiento de las cosas en comparación con el resto de personas. 
Ese pecado interno que crece cual mala hierba, que se infiltra y hunde sus raíces en lo más profundo de tu alma, que te consume por dentro hasta arrebatarte todo lo preciado. 
Te contemplas en el espejo y ves un reflejo engrandecido, un reflejo sobrehumano: la soberbia inunda tu cuerpo y te torna vanidoso. Al mirar alrededor, nadie es suficientemente bueno, todos son personajes secundarios que sólo participan de tu historia. 
El desprecio por lo mundano te vuelve solitario, hace que te replantees la necesidad de socializar. Eres autónomo, autosuficiente: no precisas de nadie para cumplir tus objetivos. Cuando los demás te reprenden, se convierten en enemigos: te asalta la paranoia y los crees a todos en tu contra. Los celos y la envidia, por eso (según tu opinión), responden con tanta nequicia. Son mequetrefes, eso es lo que piensas, tratan de destruirte motivados por su propia mediocridad. 
Tú, que actúas por inocencia, agraciado con un don especial, tienes que hacer frente a los sabotajes de gente tan malintencionada. Te ponen zancadillas, plantan obstáculos en tu camino, incluso tratan de aplastar tu espíritu con cualquier comentario despiadado. 
Vives convencido de tu condición de divino mártir, tratando inútilmente de escapar de una sociedad que te oprime y que intenta impedirte sobresalir. La soberbia y el egoísmo te colman, pierdes de vista la realidad, tu ego se convierte en una fiera voraz a la que se hace imposible alimentar. Al final, desconectas: tus emociones se apagan, tu verdad y tu corazón se nutren sólo con dolor y soledad. 
El resentimiento y la falta de empatía: éso es cuanto queda en tu carcasa vacía.

Comentarios

  1. Muy chula.

    Sin embargo, creo que la soberbia no sólo no es mala, sino que es necesaria. De todo lo que has descrito en la entrada lo único que considero negativo es el victimismo del creer que van a por ti.

    Dónde vas con una autoestima que te hunda en la creencia de que todo tu progreso no te ha servido para ser más astuto que ningún otro. Todo el mundo no tiene la misma personalidad, ni la misma inteligencia, a menudo por no haberse dedicado a cultivarla. Por consiguiente, siempre habrá gente 'por encima de otros' o, como tú dices, con un mayor entendimiento de la vida.

    Y sobre la necesidad de otras personas, Nietzsche decía que la independencia es el privilegio del fuerte. La soberbia es una virtud en cuanto a que te confiere la fuerza para seguir adelante desde tus propias convicciones y te vuelve inexpugnable ante los reveses del entorno. La alternativa es una personalidad débil y dependiente de las carantoñas de gente que sólo se preocupa por sí misma, lo que no puede llevar a otra situación que a la infelicidad y necesidad de afecto perpetua.

    Hablo desde la experiencia porque ultimamente he pasado de la segunda situación a la primera, y la verdad es que no podría arrepentirme. Nada ha cambiado, pero la realidad, que es la que yo interpreto que es, está más a mi favor y a mi altura.

    Perdona por extenderme tanto, y no dejes de escribir que no lo haces nada mal.

    PD: ¿El pareado de la última línea es casualidad? :D

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Comenta si tienes tiempo y si quieres, de otra manera...¡da lo mismo!

Entradas populares de este blog

Lucero del alba

Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja

Déjame en paz, futuro