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Mostrando entradas de marzo, 2013

Soberbia

Soberbia.  Esa infame creencia de superioridad frente a los otros,   de mayor entendimiento de las cosas en comparación con el resto de personas.  Ese pecado interno que crece cual mala hierba, que se infiltra y hunde sus raíces en lo más profundo de tu alma, que te consume por dentro hasta arrebatarte todo lo preciado.  Te contemplas en el espejo y ves un reflejo engrandecido, un reflejo sobrehumano: la soberbia inunda tu cuerpo y te torna vanidoso.  Al mirar alrededor, nadie es suficientemente bueno, todos son personajes secundarios que sólo participan de tu historia.  El desprecio por lo mundano te vuelve solitario, hace que te replantees la necesidad de socializar. Eres autónomo, autosuficiente: no precisas de nadie para cumplir tus objetivos.  Cuando los demás te reprenden, se convierten en enemigos: te asalta la paranoia y los crees a todos en tu contra. Los celos y la envidia, por eso (según tu opinión), responden con tanta nequicia. Son mequetrefes, eso es lo que piensas,

De frágil cristal

Me empeñé en construir un esqueleto de frágil cristal,  que se hizo añicos cuando llegó la tempestad;  el viento arrastró los pedazos que quedaban  y su misma esencia se perdió en la adversidad...  No existen amores imperecederos:  todo afecto tiende a morir, todo cariño se torna en desprecio,  y todo desprecio hace sufrir. Me costó entender, es mi verdad,  que todo dolor del amor procede; que todo sueño o promesa robada,  se disipa en el aire cual luz dorada.  El sol se pone, la realidad perece  y, al final, sólo la noche permanece. Noche y ocaso, siempre asociados, Soledad y amargura, afiladas como agujas, Pinchan y se hunden como clavos ardiendo, Aunque al final son fríos, como el gélido invierno.