Alma inquieta

Soy luz. Soy oscuridad. Soy el yin y soy el yang.
Todos lo somos en realidad. Somos fuego y agua, somos aire y tierra, somos consciencia e inconsciencia, somos... somos cuerpo y alma.
El ser humano como tal es una criatura dual. Sentimos lo que somos, y somos lo que sentimos, para bien o para mal, así es nuestra naturaleza. Incluso dentro de nuestra alma podemos llegar a una segunda división: el deseo (más vinculado a los instintos del cuerpo), el sentimiento (naturaleza más o menos intermedia), y la razón (más ligada a una existencia superior).
¿Cómo separar pues lo que es emoción, de lo que es deseo, o de lo que es razón?¿Cómo tomar una decisión cuando tienes que escuchar a tantas voces en tu interior?
El deseo siempre hablará por tu cuerpo. Es lo carnal y lo apetitivo, lo que se nutre de la ambición, del poseer cosas para sentirse satisfecho. Pero lo cierto es que los deseos nunca están del todo satisfechos, cuando cumplas uno, siempre aparecerá otro después para suplirlo.
La razón, más fría y lógica, siempre se ha vinculado a la parte más elevada de nuestra mente y de nuestra naturaleza. No obstante, esta vía a veces se quiebra. El conocimiento a menudo resulta más dañino y doloroso que la ignorancia pura y dura; y otras veces, al contrario: la ignorancia teme a la razón y se obstina en hacerla callar antes de que altere su modo de entender el mundo de su alrededor. Incluso así, la gente que sigue esta faceta, a menudo no encuentra una felicidad plena.
El sentimiento o la emoción, la rama intermedia, el tronco macizo que liga las raíces (deseos) con las ramas y la copa (razón), vinculado a lo que somos, nuestra personalidad, que realmente contiene a las otras dos, y las hace actuar de una forma o de otra.

Comentarios

  1. voy a llamar a los derechos dfe autor de platon.......

    jajaja es coña un beso!

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