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Mostrando entradas de julio, 2008

Un Manto de oscuridad...

Un manto de oscuridad se cernía sobre la ciudad. La ola de silencio se extendía apaciblemente cubriendo las calles neoyorkinas. Sombras fugaces se desplazaban imperceptiblemente sobre el asfalto. Inesperadamente, un minúsculo punto de luz rompió la impenetrable negrura que envolvía la urbe. En Manhattan, junto a la orilla norte del Lago de Central Park, una silueta encendió un cigarrillo con extrema lentitud llevándoselo a la boca,   apoyada en el tronco de un gigantesco álamo. El esbelto y alto individuo se alejó cigarrillo en mano, sin reparar en la furtiva mirada que llevaba un rato clavada en él desde el tupido follaje, hasta que se detuvo frente a la fachada de un destartalado edificio deshabitado. Allí, desde una de las ventanas inferiores, una sutil llama iluminó su joven rostro inexpresivo. Después se apagó súbitamente, y la faz de aquella silueta se perdió en la noche, mientras el humo ascendía lentamente en forma anillada a la inmensidad de un límpido cielo carente de lu