Hay quien dice que la confianza hay que ganársela. Esto es muy cierto, la confianza es algo que no se puede ofrecer de forma gratuita. Si se da sin reparos, muchas veces se sale perjudicado.
La noche más oscura trae consigo un miedo connatural, una angustia derivada de la confusión que surge cuando nos rodean las sombras y todo lo que sentimos es frío e inseguridad. Nos abrazamos entonces las rodillas, tratando de calmar ese terror cada vez más poderoso, intentando mantenernos firmes y serenos ante la ausencia de claridad. Lloramos y gritamos por la impotencia: poco a poco, esas tinieblas nos apresan en una jaula de dudas, estrés y pensamientos negativos, mientras la penumbra se hace cada vez más difusa y pronto ya no somos capaces de ver ni nuestro propio cuerpo. Queremos pensar entonces que estamos solos, que la oscuridad no puede hacernos daño; que no hay murciélagos ni criaturas de la noche acechándonos, esperando el momento propicio para saltar sobre nosotros y devorarnos. Pero en el fondo sabemos que no es cierto: la oscuridad nunca viene sola y, aunque los que se esconden en los armarios o bajo las camas sean un mero producto de fantasías infantiles, los mo...
Me hundo en una profunda depresión cada vez que la miro, cada vez que la veo acercarse con su hermosa sonrisa, mirándome sólo a mí. No es por lo que siente, no es p or lo que dice, es solo por lo que hace, es solo por lo que cree... A sus ojos soy perfecto, soy una isla en un mar de soledad, estoy en un pedestal tan alto del que ni yo mismo sé bajar... No tengo defectos, no soy humano, para ella soy un dios. Pero los dioses se caen, y sus seguidores pronto se cansan de seguirles... Porque yo no quiero que me considere un dios, no deseo que esté ciega ante mis defectos, no quiero que me siga si es solo porque cree que soy perfecto... Lo único que quiero es que me quiera, que soporte mis manías, y quiero discutir con ella, que no me de la razón siempre como una simple marioneta en mis manos, deseo equivocarme, cometer errores, para poder aprender... La quiero, sí, pero no es así como quiero que me vea, sino con mi mal humor, mi frialdad, y con otros muchos de mis defectos. Sinó es así,...
Desde hace unos días siento cómo la vida me desborda, cómo las decisiones que en su momento debería haber tomado, reflexionando cuidadosamente, llaman ahora a mi puerta, como ansiosos acreedores a la espera de un pago que no puedo asumir. Y aquí estoy yo, bloqueándola, fingiendo que no estoy en casa, recostado contra la pared cubriéndome los oídos con las manos mientras entierro la cabeza entre mis rodillas. El futuro es un especulador y un mafioso cruel: le solicité un préstamo cuyos intereses son más elevados de lo que al principio pensé. Y ahora el contrato está firmado y sellado, y echarse atrás no es una opción. Lo único que se me ocurre hacer es esconderme, hacer oídos sordos a los esbirros que ha mandado tras de mí. Y las palabras, aquellas que inexorablemente determinaron mi camino, se repiten una y otra vez en mi cabeza, un eco palpitante y continuo como el del Corazón Acusador de Edgar Allan Poe; las agujas de un reloj que trazan su ciclo y cuyo retintín me enloquece; ...
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