Obsesión e identidad

Crees que sabes quién eres. Crees que te conoces bien a ti mism@. Entonces sucede algo. Algo que cambia tu perspectiva y te aporta una visión del mundo que jamás te habías planteado. Y es que, por muy claro que lo tengas todo, nunca sabes cuando te darás de bruces con la horma de tu zapato. 
Porque así es como se mueve el mundo, así es cómo se construye una identidad: partiendo de raíces con origen poco claro y, a menudo, poco profundas que acaban desarrollando una intensa actividad. Porque siempre habrán otros que trataran de confundir tu senda, que tratarán de conducirte por los derroteros equivocados: se sienten perdidos, se aferran a ti, intentando que les infundas orden y seguridad; te amenazan con cosas horribles si desafías sus obsesivos comportamientos.  Y es entonces cuando te atenaza el miedo: las fronteras entre correcto e incorrecto se difuminan, al tiempo que tu horizonte se alarga y tus nuevas posibilidades se muestran como una baraja de cartas. Tienes varias opciones ahora. Sólo has de elegir una y rezar para que sea la acertada.

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