Insondable, como el mar

Esta tarde, observaba desde la ventanilla del tranvía la inmensidad del mar Mediterráneo, desplegado como una sábana bajo la vía. Contemplar ese color añil oscuro, tintado de verde y negro en las zonas más profundas, siempre me pone la piel de gallina. 
En días como hoy, siento como si mirara mi propio reflejo. Un reflejo con diferentes tonalidades, con un halo de misterio y magia alrededor, que parece desafiarme a bucear en su interior y a desvelar sus secretos. 
Después de todo, sólo nos conocemos a nosotros mismos a flor de piel. ¿Qué puede haber más importante que sumergirnos en nuestro yo más profundo y descubrir todo aquello de nosotros que no conocemos?
Un abrazo a todos aquellos que se esfuerzan día a día por comprenderse a sí mismos un poco mejor. Y a los que no, también.

Comentarios

  1. Se me acaba de ocurrir que quizá conocernos al dedillo nos haría quasiperfectos. Seríamos conscientes de las limitaciones que podemos superar al conocer nuestras capacidades, y no derrocharíamos esfuerzo en los defectos que sabemos que no podemos cambiar.
    Por cierto, muy chulas estas dos entradas. La de las máscaras es tan cierta que me ha hecho pensar...

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